lunes, 21 de enero de 2013

EL DÍA QUE SHAUN CASSIDY LLEGÓ A MI VIDA

POR DAVID ESTRADA






Aún tengo presente aquella tarde de marzo de 1977, cuando acompañé a una amiga vecina a comprar algunos víveres a una tienda del ISSSTE. Estábamos en la caja, cuando me acerqué al apartado de los discos, entonces fabricados con acetato y cubiertos con una portada plastificada a todo color. En la carátula estaba un close up de un rubio cantante que entonces era sensación en los Estados Unidos y que hacía un par de meses yo había conocido en la entrega de los premios Grammy. Rubio, con cejas negras, grandes ojos color avellana, barba cerrada, una gorra y una gran sonrisa. ¡Era Shaun Cassidy! Me aprendí su nombre desde aquella noche y ahora tenía su primer disco en mis manos. Sólo que, para mi mala suerte, no llevaba dinero. Como pude, oculté el disco en el fondo del anaquel, haciéndome la promesa de volver pronto por él. Esa misma tarde, de ser posible.


Y así fue. Apenas llegué a casa, le rogué a mi padre que me adelantara mi semana. “¿Para qué quieres el dinero?”, me preguntó. “Para comprar un disco”, le respondí sin mayor detalle. Accedió y rápidamente me dirigí por mi tesoro, que me aguardaba con una amplia sonrisa, como adivinando todo lo que estaba por venir. Nunca olvidaré este momento.

A partir de esa misma tarde, Shaun Cassidy se convirtió en mi ídolo musical y en el primer amor platónico de mi adolescencia. Su disco, con 10 canciones pop que conozco al derecho y al revés, se volvió en el más escuchado en mi casa durante meses y si no se desintegró, fue por el gran cuidado que siempre tuve con él, y porque tomé la precaución de comprar dos copias más de repuesto, los cuales hasta la fecha todavía conservo.
Las canciones, las puedo escribir en orden y de memoria: “Da Doo Ron Ron”, “Morning Girl”, “I wanna be with you”, “It’s too late” y “Hey there lonely girl”, en la Cara A. Y, en la Cara B, “That´s Rock’n Roll”, “Holiday”, “Take good care of my baby”, “Amblin” y “Be my baby”.

De la mano de Shaun Cassidy conocí las revistas norteamericanas de espectáculos “Tiger Beat”, “16 Magazine”, “Teen Beat”, “Super Teen”, “Teen Star”, etc. Y semanalmente, con gran devoción y urgencia, acudía a la tienda de regalos “Capri”, ubicada en la calle de Madero, para apartar y comprar 8 y 10 revistas que, entonces, a 12.50 pesos por dólar, importaban cien o ciento cincuenta pesos que, muchas veces, ni yo mismo sabía de donde salían.
 
En esas revistas, que también compraba en algunos casos dos y tres veces para recortarlas por el frente y vuelta, compartían páginas y miniposters, ídolos juveniles como Willie Aames, Parker Stevenson, Leif Garrett, Jimmy McNichol, Matt Dillon, Greg Evigan y su chango, John Travolta, Andy Gibb, Marck Hamill, Robbie Benson y Rex Smith, entre otros. Todos muy guapos y algunos hasta talentosos, pero ninguno a la altura de Shaun.

Mi cuarto, que compartía con mi hermano y tenía una pared de casi 10 metros de alto, pronto se vio tapizado con mis mejores fotografías de Shaun ¡enmarcadas! Una, dos, tres… casi veinte. Aún recuerdo la sonrisa sarcástica del empleado de la casa de marcos, cuando le llevaba mis cromos para los que ya tenía determinado el tipo y color de marco. “¿Otra?”, me preguntaba. “Sí, otra”, le respondía con seguridad.
 
Otra curiosa anécdota de ese tiempo se producía cada vez que nos visitaban mis abuelos ó tíos, que no evitaban comentar en voz alta para que yo escuchara: “¿Este es el cuarto de la niña?”. Lo cual, presiento que con cierto pesar, inmediatamente desmentía mi madre.

De Shaun me encantaba su sonrisa, su largo cabello rubio, sus vivaces ojos de ardilla y sus dientes de ratón, sus laaargas piernas, sus sexys y bien formados brazos que lucía en sus actuaciones en vivo, así como los ajustados pantalones de satín que no dejaban nada a la imaginación y, ¿porqué no decirlo?, sus pequeñas y redondeadas nalgas (IZQUIERDA). Esas nalguitas que me llamaron la atención por primera vez aquella actuación en los Grammys donde se volteó de espaldas hacia el público, moviéndolas cadenciosamente al compás de “That’s Rock’n Roll”, la primera canción que le escuché.

Shaun Cassidy me acompañó en esos difíciles primeros años de la adolescencia en los que aprendemos el significado de las palabras ‘amistad’, ‘deseo’, ‘amor’, ‘necesidad’ y ‘sexo’.
 
Conmigo Shaun estuvo acompañándome durante los difíciles meses que revelé a mi padre mi identidad sexual y me envió varios meses al cuarto del fondo para que rectificara.

Conmigo, Shaun y su música estuvieron cuando mi vida escolar cambió diametralmente al ingresar a una universidad pública y aprendí la diferencia de estudiar en libertad. Conmigo estuvo cuando me enamoré por primera vez y decidí asumir mi vida con responsabilidad.

Conmigo estuvo Shaun Cassidy los momentos más determinantes de mi vida adolescente. Y sus canciones fueron el marco perfecto en el soundtrack de esa importante parte de mi vida.
Por eso hoy, a 35 años de distancia, todavía lo recuerdo con gran cariño y he decidido hacer esta página en la que transmitiré a otros mi devoción hacia él. Mis fotos, mis anécdotas, mis revistas, mis videos…

Esta tarde lluviosa de septiembre recordé todo esto. Y he querido escribirlo para compartirlo contigo…
 
Muchas gracias por leerlo.
 
Septiembre 12 de 2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario