POR DAVID ESTRADA
Aún
tengo presente aquella tarde de marzo de 1977, cuando acompañé a una amiga
vecina a comprar algunos víveres a una tienda del ISSSTE. Estábamos en la caja,
cuando me acerqué al apartado de los discos, entonces fabricados con acetato y
cubiertos con una portada plastificada a todo color. En la carátula estaba un
close up de un rubio cantante que entonces era sensación en los Estados Unidos
y que hacía un par de meses yo había conocido en la entrega de los premios
Grammy. Rubio, con cejas negras, grandes ojos color avellana, barba
cerrada, una gorra y una gran sonrisa. ¡Era Shaun Cassidy! Me aprendí su nombre
desde aquella noche y ahora tenía su primer disco en mis manos. Sólo que, para
mi mala suerte, no llevaba dinero. Como pude, oculté el disco en el fondo del
anaquel, haciéndome la promesa de volver pronto por él. Esa misma tarde, de ser
posible.

Y así fue. Apenas llegué a casa, le rogué a mi padre que me adelantara mi semana. “¿Para qué quieres el dinero?”, me preguntó. “Para comprar un disco”, le respondí sin mayor detalle. Accedió y rápidamente me dirigí por mi tesoro, que me aguardaba con una amplia sonrisa, como adivinando todo lo que estaba por venir. Nunca olvidaré este momento.
A partir de esa misma tarde, Shaun Cassidy se convirtió en mi ídolo musical y en el primer amor platónico de mi adolescencia. Su disco, con 10 canciones pop que conozco al derecho y al revés, se volvió en el más escuchado en mi casa durante meses y si no se desintegró, fue por el gran cuidado que siempre tuve con él, y porque tomé la precaución de comprar dos copias más de repuesto, los cuales hasta la fecha todavía conservo.
Las canciones, las puedo
escribir en orden y de memoria: “Da Doo Ron Ron”, “Morning Girl”, “I wanna be
with you”, “It’s too late” y “Hey there lonely girl”, en la Cara A. Y, en la Cara B, “That´s
Rock’n Roll”, “Holiday”, “Take good care of my baby”, “Amblin” y “Be my baby”.

En
esas revistas, que también compraba en algunos casos dos y tres veces para
recortarlas por el frente y vuelta, compartían páginas y miniposters, ídolos
juveniles como Willie Aames, Parker Stevenson, Leif Garrett, Jimmy McNichol,
Matt Dillon, Greg Evigan y su chango, John Travolta, Andy Gibb, Marck Hamill,
Robbie Benson y Rex Smith, entre otros. Todos muy guapos y algunos hasta
talentosos, pero ninguno a la altura de Shaun.


De Shaun me encantaba su sonrisa, su largo cabello rubio, sus vivaces ojos de ardilla y sus dientes de ratón, sus laaargas piernas, sus sexys y bien formados brazos que lucía en sus actuaciones en vivo, así como los ajustados pantalones de satín que no dejaban nada a la imaginación y, ¿porqué no decirlo?, sus pequeñas y redondeadas nalgas (IZQUIERDA). Esas nalguitas que me llamaron la atención por primera vez aquella actuación en los Grammys donde se volteó de espaldas hacia el público, moviéndolas cadenciosamente al compás de “That’s Rock’n Roll”, la primera canción que le escuché.
Shaun Cassidy me acompañó en esos difíciles primeros años de la adolescencia en los que aprendemos el significado de las palabras ‘amistad’, ‘deseo’, ‘amor’, ‘necesidad’ y ‘sexo’.
Conmigo
Shaun estuvo acompañándome durante los difíciles meses que revelé a mi padre mi
identidad sexual y me envió varios meses al cuarto del fondo para que
rectificara.
Conmigo, Shaun y su música estuvieron cuando mi vida escolar cambió diametralmente al ingresar a una universidad pública y aprendí la diferencia de estudiar en libertad. Conmigo estuvo cuando me enamoré por primera vez y decidí asumir mi vida con responsabilidad.
Conmigo, Shaun y su música estuvieron cuando mi vida escolar cambió diametralmente al ingresar a una universidad pública y aprendí la diferencia de estudiar en libertad. Conmigo estuvo cuando me enamoré por primera vez y decidí asumir mi vida con responsabilidad.
Conmigo estuvo Shaun Cassidy los momentos más determinantes de mi vida adolescente. Y sus canciones fueron el marco perfecto en el soundtrack de esa importante parte de mi vida.
Por
eso hoy, a 35 años de distancia, todavía lo recuerdo con gran cariño y he
decidido hacer esta página en la que transmitiré a otros mi devoción hacia él.
Mis fotos, mis anécdotas, mis revistas, mis videos…
Esta tarde lluviosa de septiembre recordé todo esto. Y he querido escribirlo para compartirlo contigo…
Muchas
gracias por leerlo.
Septiembre
12 de 2012
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